La economía es un sistema complejo de elementos interrelacionados, siendo el mercado de capitales y la actividad de inversión una parte esencial. Una situación económica favorable mantiene un nivel estable de actividad inversora, pero durante periodos de dificultades financieras y conmociones, aparece el fenómeno de la trampa de liquidez debido a las particularidades de la política monetaria nacional del banco central.
Este artículo arrojará luz sobre la cuestión de qué es una trampa de liquidez, cuáles son sus principales características y cuáles son los métodos de prevención.
Una trampa de liquidez es una situación en la economía en la que, como respuesta a choques, la política monetaria tradicional no logra devolver la producción real al nivel correspondiente a su potencial. Esta situación ocurre cuando un banco central no puede estimular la demanda agregada reduciendo las tasas de interés o realizando operaciones de mercado, porque las tasas de interés nominales ya han alcanzado niveles cercanos a cero.
Así, la idea de que una economía caiga en una trampa de liquidez significa que, en un contexto de tasas de interés críticamente bajas o cercanas a cero, la población desarrolla una preferencia absoluta (o casi absoluta) por la liquidez. Esta preferencia se manifiesta en la tendencia a mantener el dinero en efectivo, sin importar la cantidad de oferta monetaria, en lugar de invertirlo en valores, ya que el coste de inversión —el interés sobre los valores— resulta poco rentable.
Los agentes económicos actúan impulsados por la expectativa de un aumento de las tasas de interés, lo que les da motivo para temer la depreciación de las inversiones actuales en el futuro y, por lo tanto, conservar fondos para inversiones potencialmente más rentables. En tal caso, el aumento de la oferta monetaria, que el banco central puede aplicar mediante operaciones de mercado, no conducirá al efecto deseado de “estimular” la economía a través de una mayor inversión y actividad del consumidor; el exceso de efectivo será retenido por la población en lugar de gastado o invertido. El impacto directo sobre la economía al reducir las tasas de interés también se ve limitado debido a que estas ya son demasiado bajas. Así, surge la pregunta sobre la eficacia de los instrumentos de regulación monetaria de la economía, así como sobre métodos adicionales y más adecuados para estimular la producción en tales circunstancias.
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Según lo mencionado anteriormente, la trampa de liquidez es una situación que surge debido a las particularidades de la política fiscal aplicada por el banco central durante períodos de dificultades económicas, especialmente en tiempos de recesión. Este fenómeno presenta una serie de características distintivas, que se detallan a continuación.
En periodos de turbulencia económica, se presenta una situación en la que se produce una fuerte caída de la actividad inversora y una salida masiva de capitales de los mercados financieros, así como la retirada de fondos de los depósitos bancarios y una falta de actividad crediticia, incluso en un entorno de tasas de interés bajas. Como consecuencia, se incrementa el uso activo de efectivo. Esto ocurre en un contexto de inestabilidad en los mercados financieros y, en consecuencia, conlleva el temor de los inversores a invertir en instrumentos de negociación con fines de lucro a corto plazo.
La tasa de interés es uno de los instrumentos de regulación dentro del marco de la política monetaria del banco central: reducirla busca estimular la inversión y el consumo, mientras que aumentarla persigue evitar una actividad empresarial excesiva y reducir la inflación.
En circunstancias económicas adversas, como en el caso de una trampa de liquidez, el gobierno trata de reducir al mínimo posible las tasas de interés para incentivar la actividad económica, especialmente en los mercados financieros. Sin embargo, estas medidas no dan resultados, ya que en ese escenario almacenar dinero en los mercados no resulta rentable, y el efectivo posee mayor liquidez.
En el contexto de una trampa de liquidez, el nivel de actividad inversora se forma bajo la influencia de la dinámica actual y esperada del entorno macroeconómico, del libre mercado y de la política fiscal del Estado. Por ello, las medidas gubernamentales para estimular la actividad económica en condiciones económicas desfavorables resultan ineficaces. En esta situación, la regla de estimular el consumo y, como consecuencia, el crecimiento económico mediante el aumento de la oferta monetaria y la reducción de las tasas de interés deja de funcionar. La política monetaria tiene limitaciones, como la imposibilidad de reducir las tasas por debajo de cero, lo que plantea la cuestión de encontrar otras formas para estimular el consumo y la inversión.
La presencia de una trampa de liquidez genera fenómenos como la deflación, en los que se observa una caída constante del nivel general de precios de bienes y servicios, acompañada de un bajo nivel de inflación. En este contexto, el valor del dinero en efectivo aumenta en proporción directa a la caída de la actividad inversora, lo que, en el peor de los casos, puede desembocar en una recesión económica.
Cuando ocurre una trampa de liquidez, la probabilidad de una recesión económica aumenta significativamente, lo que implica una fuerte desaceleración del crecimiento económico que puede durar meses o incluso años. En este caso, el producto interno bruto (PIB), el nivel de producción industrial, los ingresos reales y el gasto de la población, así como la tasa de desempleo, tienden a disminuir.
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El fenómeno de la trampa de liquidez suele estar precedido por una política monetaria inadecuada por parte del Estado, dentro de un marco en el que no se cumplen los requisitos de los indicadores macro y microeconómicos que determinan la estabilidad de la economía en su conjunto.
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La trampa de liquidez es un fenómeno muy específico, aunque poco frecuente, cuya lucha no se limita a soluciones económicas comprobadas debido a su baja eficacia. Sin embargo, existen métodos más efectivos para afrontar esta difícil situación económica, centrados principalmente en estimular la actividad inversora en lugar del ahorro. Ninguno de estos métodos funciona con plena eficacia de forma aislada, por lo que suele utilizarse una combinación de ellos.
En una situación económica difícil, el sistema federal puede tomar medidas para aumentar las tasas de interés con el fin de alentar al público a invertir su dinero en lugar de conservarlo en efectivo. Estas medidas incluyen un aumento en la tasa de interés clave, lo que conlleva un incremento en las tasas de los depósitos bancarios y en los pagos de cupones como parte de la inversión en bonos del mercado bursátil. No obstante, esta medida puede ser arriesgada durante una recesión y en condiciones de baja inflación.
Disminuir el nivel de precios al consumidor es una herramienta eficaz para aumentar la liquidez, tanto en efectivo como en activos no monetarios. Esto incrementa la demanda de bienes, lo cual también contribuye a otro objetivo: fomentar el ahorro y estimular la actividad de consumo. Además de los efectos positivos ya descritos, unos precios más bajos pueden estimular el crecimiento de la producción.
Para estimular la actividad económica, el gobierno puede asignar fondos adicionales mediante medidas regulatorias destinadas a fomentar el gasto y reducir artificialmente las tasas de interés por debajo de cero. Esto se logra mediante la compra de diversos valores, como bonos con vencimientos prolongados.
Una tasa de interés negativa es aquella cuyo valor se sitúa por debajo de cero, y puede ser utilizada por un banco central como herramienta de política monetaria, especialmente en el contexto de una trampa de liquidez.
Una tasa negativa sobre los depósitos implica que las empresas o personas que mantengan dinero en una cuenta con interés negativo deberán pagar al banco por custodiar su dinero. A su vez, una tasa negativa sobre los préstamos implica que el banco tendrá que conceder el préstamo y pagar un adicional a los prestatarios por haberlo tomado.
A pesar de su rareza, el fenómeno de la trampa de liquidez representa una situación peligrosa para la estabilidad de los procesos económicos, ya que puede generar consecuencias negativas como la reducción de la actividad inversora, la deflación y, en casos especialmente graves, una recesión económica. Combatir este fenómeno requiere el uso de medidas radicales.